Vie Abr 27, 2007 11:23 pm
Esto es un artículo de <a href="http://www.diariosdefutbol.com/">Diarios de Fúbol</a> que encontré interesante, sobre ese clásico del fútbol español ahora mismo en ruinas y al que (a pesar de ser del Sporting de Gijón) le tengo un gran cariño.
<img src="http://www.diariosdefutbol.com/images/2007/02/oviedo-91-92.jpg" alt="" class="centro"></p>
<<Se lo debíamos. Llevábamos tiempo queriendo dedicar un artículo al Real Oviedo, uno de los clubes españoles con una historia reciente más triste y amarga. No me cabe duda de que el buen aficionado al fútbol, aquel que no se ciega con absurdas rivalidades enfermizas y no se deja llevar por un exceso de forofismo, ha sufrido como cualquier oviedista más el triste ocaso de un equipo que se había convertido en todo un clásico de nuestra Primera División (38 temporadas en la máxima categoría) y que, de la noche a la mañana, terminó sepultado en los lodazales de la Tercera División.
Desde su histórica y recordada participación en Copa de la UEFA en la temporada 1991/92 hasta su descenso a la última categoría nacional sólo transcurrieron nueve temporadas. Nueve temporadas con un final muy triste. Nueve temporadas en las que multitud de futbolistas, algunos gratamente recordados y otros menos, vistieron la camiseta azul. Nueve temporadas en las que técnicos del prestigio de Javier Irureta, Luis Aragonés, Óscar Washington Tabárez o Radomir Antic se sentaron en el banquillo carbayón. Nueve temporadas tras las que el viejo Tartiere dijo adiós para siempre, como si no quisiera ver a su Oviedín del alma retorciéndose de sufrimiento en Tercera división y prefiriera morir bajo los brazos de las excavadoras.
En su historia más reciente, el Real Oviedo alcanzó su cumbre deportiva en aquella Copa de la UEFA antes mencionada. El simple hecho de conseguir clasificarse por primera vez en su historia para la competición europea, ya fue todo un logro para el modesto equipo de la capital del Principado. Llegar hasta allí era un auténtico premio… y el club ovetense tuvo que conformarse únicamente con el hecho de llegar, ya que fue apeado a las primeras de cambio por el Genoa italiano, tras el 1-0 de la ida en el viejo Tartiere y el 3-1 recibido en Génova.
Era el equipo de los Viti, Gorriarán, Ricardo Bango, Viñals, Carlos o los extranjeros Lacatus, Jerkan, Jankovic y Gracan, con Javier Irureta en el banquillo. Un mal comienzo de temporada 1992/93, propició la destitución del técnico irundarra, que fue sustituido por otro entrenador de prestigio, el serbio Radomir Antic. Con un equipo muy similar al de la temporada anterior, el Oviedo de Antic consiguió salir de la complicada situación en la que lo había dejado Irureta, consiguiendo recordados resultados, como el 1-0 frente al Barça del dream team. Fue además el año del debut en el equipo ovetense de un jugador que daría mucho que hablar a la afición carbayona en los años posteriores, tanto por lo bueno como por lo malo. Nos referimos, cómo no, a Oli.
La temporada 1993/94, con Antic ya asentado en el banquillo del Tartiere, el equipo llegó a practicar un fútbol vistoso, de clara vocación ofensiva, olvidando el 5-4-1 de la era Irureta y adoptando un más alegre 4-4-2. Aquel año llegaron al equipo jugadores que serían decisivos en las temporadas siguientes. Fue el caso del serbio Slavisa Jokanovic, todo un valladar en el centro del campo, que fue fichado del Partizán y posteriormente desarrollaría una carrera bastante notable en diversos equipos. Además, formando pareja con el serbio en el mediocentro, Suárez se erigió como otra de las referencias de aquel Oviedo y continuaría siéndolo durante un buen número de años. También en aquella campaña 1993/94 el recordado delantero Carlos logró su mejor registro como goleador, al anotar un total de 20 goles en el Campeonato Nacional de Liga (¿quién no tenía a Carlos en la delantera de su equipo de aquellas primigenias Ligas Fantásticas Marca?). Un auténtico hito tratándose de un equipo de zona media de la tabla.
La temporada 1994/95 el equipo dirigido por Antic funciona como una máquina de precisión. Su juego encandila, pero la dura competencia y el vértigo de verse en posiciones de privilegio, termina dejando al equipo asturiano en una cómoda 9ª posición al final del Campeonato. Fue el año de la definitiva consolidación en el equipo de jugadores recordados por todos, como el portero Juan Luis Mora (actual tercer portero del Valencia CF), el lateral Cristóbal Parralo, el zurdo Sietes o la incorporación estrella de la temporada, el croata Robert Prosinecki, que decidió relanzar su carrera en el Principado tras su paso fallido por el Real Madrid.
La 95/96 supuso el principio del fin para el Real Oviedo. La directiva opta por desprenderse de los principales jugadores de la plantilla, aquellos en los que Antic había confiado, el equipo se resiente de manera notable. Cristóbal, Jokanovic, Prosinecki o Sietes dejaron el club, y sus sustitutos jamás lograron dar la talla. Jugadores de medio pelo, semidesconocidos para la afición, hicieron que el equipo perdiera el rumbo de manera definitiva. Antic fue sustituido por Ivan Brzic, un desconocido técnico de infausto recuerdo en la capital del Principado. Ante el negro panorama, los jugadores de casa como Oli (11 goles) o el “Motorín” Berto, a quienes se unieron las apariciones en el primer equipo de Iván Ania y “El Chino” Losada, no tuvieron más remedio que hacerse cargo de la situación y tirar del equipo en los malos momentos. Mención aparte merece la llegada en esta campaña 95/96 de un jugador muy especial para el público carbayón. Petr Dubovsky aterrizó en el Tartiere procedente del Real Madrid para convertirse en uno de los mitos del oviedismo hasta que una fatal caída mientras disfrutaba de sus vacaciones en Tailandia se llevó su vida por delante en el verano del año 2000. Recordado por toda la afición por su carácter afable y abierto y su clase sobre el césped, el número “10"; que portara el eslovaco durante su estancia en el Oviedo fue retirado durante la temporada siguiente a su fallecimiento, como señal de duelo y respeto por un jugador que siempre será recordado por los aficionados del equipo. Fue también el año de la polémica llegada de Viktor Onopko. El jugador puso reticencias a la hora de recalar en el Oviedo cuando ya había firmado por el club asturiano, y no fue sino tras el pertinente dictamen de la UEFA a favor del Oviedo que el magnífico líbero ruso vistió la camiseta azul. Su adaptación no fue sencilla, pero finalmente terminó siendo toda una referencia de aquel Oviedo de mediados de los 90.
En la temporada 1996/97, el Oviedo sienta las bases para lo que sería el descenso de categoría pocos años más tarde. La mala gestión de la plantilla, avivada tras la entrada en vigor de la Ley Bosman, supone la llegada de jugadores como Abel Xavier, el argentino Gamboa o Paulo Bento (actual entrenador del Sporting de Lisboa) que, salvo éste último, no consiguieron adaptarse al equipo carbayón. Con Juanma Lillo en el banquillo, el equipo se convierte en un regalo para los rivales. La defensa hace aguas por todas partes, y sólo los 20 goles de Oli pueden sacar al Oviedo de un descenso casi garantizado. Lillo no consiguió terminar la temporada en el Principado. Como dato reseñable, en esta temporada llegó al equipo Iván Iglesias, jugador formado en la cantera del Sporting, tras su paso por el Barça.
Queriendo partir de cero para evitar los apuros del año anterior, en la 97/98 el club asturiano contrata al uruguayo Óscar Washington Tabárez para que se haga cargo del equipo. El ex-técnico de Boca Juniors (y tras su paso por el Oviedo, del Milan), no pudo evitar que el equipo salvase el pellejo en una angustiosa promoción contra la UD Las Palmas. Fue el año de la llegada de nuevos extranjeros, como Roberto “el Tito” Pompei, Juanchi González o Dely Valdés. También fue el año de la eclosión de uno de los mejores porteros españoles en la última década. El avilesino Esteban llegaba a la portería del Tartiere de rebote, tras la lesión de los dos primeros metas del equipo (Buljubasich y Mora), y ya no abandonaría el marco carbayón.
La temporada 1998/99, como la calma que precede a la tormenta, el Oviedo realizó un papel más que digno de la mano de Fernando Vázquez, acabando en la zona media de la clasificación con una plantilla ciertamente modesta. En plena era Bosman, el equipo empieza a plagarse de extranjeros intrascendentes como Frank Rabarivony o el delantero danés Peter Möeller. Dely Valdés asume la responsabilidad goleadora y termina la campaña con 19 dianas, una marca que hacía recordar a los mejores Carlos u Oli.
La temporada 1999/00 precedió a la del descenso. Luis Aragonés nunca supo enderezar el rumbo de un equipo que empezó muy titubeante y que acabó salvándose del descenso por los pelos, en lo que sería el aviso de lo que estaba por venir sólo un año más tarde. El equipo encaja derrotas bochornosas, como el 6-2 a manos del Valencia, pero se salva en las últimas jornadas del Campeonato gracias a una racha final inolvidable.
Y por fin, la temporada del desastre. Fue un año extraño en Oviedo. A la conmoción por la muerte de Dubovsky se unieron hechos como recuperar a Antic después de su poco amistosa salida del club unos años atrás, la vuelta de Oli tras su paso por el Real Betis, volver a prescindir de la columna vertebral del equipo de las últimas campañas, o apostar por fichajes estrambóticos como el del inglés Stan Collymore, que entraría en la historia de las vergüenzas del oviedismo. Además, el Oviedo abandonó el viejo Carlos Tartiere para trasladarse al nuevo estadio. Con esos precedentes, con tanta convulsión en tan poco tiempo y tras llevar varios años jugando con fuego, el destino del equipo no podía ser otro que el descenso a Segunda División. En la última jornada del Campeonato, y con la polémica rodeando el partido Real Sociedad-Osasuna, en el que los donostiarras, que no se jugaban nada, fueron acusados de practicar un excesivo hermanamiento con el equipo navarro que se jugaba el descenso, el Oviedo da el paso atrás más doloroso y trascendente de toda su historia.
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Hace algunas semanas empezamos a recordar y desgranar los últimos años del Real Oviedo, uno de los equipos españoles con una historia reciente más triste del panorama futbolístico español. En el artículo anterior retrocedimos tres lustros para traer a la memoria de los lectores a aquel Oviedo que llegó a disputar la Copa de la UEFA de la mano de Jabo Irureta y que sólo una década después del mayor éxito de su historia vio como los sueños de su entregada afición se esfumaban por culpa de una lamentable gestión económico-deportiva. En esta segunda parte, recogemos al Real Oviedo donde lo dejamos, descendido a Segunda División, en la temporada 2000/01, en el primer paso de lo que iba a ser el preludio de sus años más oscuros.
La carrera de absurdos fichajes, promovida por la entrada en vigor de la Ley Bosman, desatada en el Real Oviedo a finales de la pasada década trajo consigo un desequilibrio muy grande entre el fútbol ofrecido sobre el césped por muchos de sus fichajes y los emolumentos que estos contrataron percibir en el club asturiano. Fichajes de medio pelo que llegaron con la vitola de súper estrella (hablábamos de Stan Collymore, pero no podemos olvidar a Fabio Pinto, Martinovic, Rabarivony…) lo único que hicieron al equipo carbayón fue daño, mucho daño.
El primer descenso del Oviedo tuvo como única explicación el pésimo rendimiento deportivo mostrado por el equipo en aquella última campaña en Primera. La inesperada vuelta del repudiado Antic tras su triste salida del club años trás no pudo ser más desastrosa. Después de varios años paseando por el filo de la navaja, los ovetenses cayeron al abismo.
En su primer año en Segunda División (temporada 2001/02), los carbayones consiguieron mantener la base del equipo del año del descenso. Un equipo algo limitado en cuanto a profundidad de banquillo para poder competir con garantías en la categoría de elite, pero del que se esperaba obtener un buen rendimiento en Segunda, de tal manera que el ascenso fuera cosa de una única temporada. Pero, como suele ser habitual en estos casos, la adaptación a la División de Plata fue dura, muy dura. Tras una primera vuelta para enmarcar en la que los carbayones llegaron a situarse como líderes, una pésima racha de resultados en el último tercio de la temporada (sólo un punto en las seis últimas jornadas, incluyendo la sonrojante derrota por 3-6 frente al Elche), evitó el éxito de la misión ovetense. Precisamente el día de la derrota en el Tartiere frente al Elche está marcado en la historia del oviedismo como el comienzo de la lucha activa de su afición en pos de la supervivencia de su querido equipo. Con el bochornoso 3-6 en el marcador, la afición comenzó a cargar contra el palco, pidiendo la dimisión del Consejo de Administración del club, con Eugenio Prieto como blanco principal de todas las críticas. Al final, la invasión de campo y los incidentes con algunos futbolistas a la salida de estos del estadio, supusieron el detonante definitivo que marcaría inevitablemente el devenir del club en los años siguientes.
Las denuncias por impago de sus contratos por parte de los jugadores no se hicieron esperar y sólo la retirada de éstas en el último momento del plazo de inscripción posibilitó que el Real Oviedo pudiese disputar una temporada más, la 2002/03, en Segunda, con la vista puesta, esta vez de manera absolutamente necesaria, en el ascenso a 1ª. Lo contrario, supondría, como al final ocurrió, la definitiva debacle económica del club. Pero una vez más, y anticipándose al desastre económico que aún estaba por venir, el equipo nunca dio la talla sobre el césped en este su segundo año en Segunda División. Trató de renovarse la plantilla en base a dos criterios: jugadores ya adaptados y habituados a la Segunda División, y jugadores con contratos asequibles para un equipo con una tesorería bajo mínimos. Así llegaron futbolistas como el ex-realista Íñigo Idiákez, Keita, David Cano, que se unieron a un buen número de canteranos (Oli, Geni, Amieva, Losada, Jonathan…) que asegurasen al menos algo de identidad y sangre carbayona en las filas del primer equipo. El descenso se vio venir desde las primeras jornadas. El equipo no conseguía salir de los puestos de peligro, y jornada tras jornada los nervios se hacían cada vez más patentes en las filas asturianas. En un nuevo final de temporada desastroso, el Oviedo terminó penúltimo clasificado en la categoría de plata del fútbol español, anotando sólo dos goles en las últimas seis jornadas del campeonato, y certificando el varapalo deportivo del descenso a 2ª división B.
Pero no acabarían ahí los males para los azules en aquel verano del 2003 para el olvido. Al descenso deportivo fraguado en el césped, el Real Oviedo vio cómo se le unían, una tras otra, denuncias por impago de sus futbolistas. El fantasma de las denuncias volvía a aparecer y, esta vez, las denuncias llegaron hasta el final y no se retiraron. Por ese motivo, el Real Oviedo fue descendido administrativamente a Tercera División, en un desplome sin precedentes en el fútbol español. De la Liga de las Estrellas a los lodazales en apenas dos temporadas.
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Algunos auguraron el fin del Real Oviedo SAD. Un descenso a Tercera División era un palo demasiado duro para el club y su masa social. Otros, capitaneados por el Ayuntamiento de Gabino de Lorenzo (Partido Popular), se empeñaron en reorganizar el fútbol en la capital del Principado dando todo el apoyo institucional al Astur Club de Fútbol, un modesto equipo de la ciudad que fue refundado como Oviedo ACF. Pese al empeño mostrado por muchos medios de comunicación afines al Ayuntamiento ovetense, por el propio Ayuntamiento e incluso por algunos ex-futbolistas del Real Oviedo como Berto o Iván Iglesias, el Oviedo Astur hubo de enfrentarse con algo con lo que sus principales valedores no contaban. La masa social del Real Oviedo, la misma que había llenado el Carlos Tartiere en tantas y tantas ocasiones, aquella que había gozado con las evoluciones de su equipo en la Liga de las Estrellas y la Copa de la UEFA diez años atrás, nunca dio la espalda a su equipo. Ni tan siquiera el doloroso y ruinoso descenso administrativo a Tercera División pudo con el ánimo de una afición infatigable y entregada a unos colores, que dio un ejemplo a toda la España futbolística de lo que es el amor por un escudo.
Las movilizaciones en la calle se sucedieron en aquel verano de 2003. La campaña de captación de socios del Real Oviedo era todo un éxito teniendo en cuenta la categoría a la que debía de amoldarse el equipo. En una obligada situación de suspensión de pagos, necesaria para afrontar el saneamiento económico de la entidad, y con apenas una decena de chavales del equipo filial (desaparecido tras el descenso administrativo a Tercera y la subsiguiente suspensión de pagos), el entrenador Antonio Rivas (uno de los integrantes de la plantilla de la UEFA) se hizo cargo del equipo con el inestimable apoyo de los más de 10.000 socios del Real Oviedo, todo un récord en la Tercera División.
Pero aquel Oviedo repleto de jóvenes chavales radiantes de ilusión por vestir los colores de su equipo del alma iba a sufrir un nuevo e inesperado varapalo. Poco más de tres años después del triste fallecimiento de Petr Dubovksy, la tragedia volvía a azotar a la familia oviedista. Armando Barbón, un joven y prometedor extremo zurdo procedente de la cantera azul, perdía la vida en un desgraciado accidente de tráfico que golpeaba con dureza la moral de la animosa y jovencísima plantilla del Real Oviedo. El joven futbolista será recordado desde entonces con gran respeto, veneración y cariño por toda la afición oviedista.
No fue el único “palo” para la afición del equipo. Contra todo pronóstico, y pese al buen hacer sobre el césped de los Ponzo, Merino, Diego Cervero, Jandro o el ex de la Real, Aitor Aldeondo, el equipo no consiguió ascender a 2ª B, pese a haber dominado con mano firme en el Grupo Asturiano de Tercera. En el playoff por el ascenso, el Arteixo coruñés pudo con los carbayones, que repetirían un año más la dura experiencia de la Tercera.
Por fin sí, la temporada 2004/05 fue la del ascenso a Segunda B. Con algunas incorporaciones ilusionantes (Michu, Darío) y algo más de veteranía en su plantilla (el ex-sportinguista Caco Morán, Ricardo), el Real Oviedo pudo alcanzar los playoffs por el ascenso, en los que, esta vez sí, consiguió imponerse con gran claridad al Real Ávila, logrando así dar un paso más en su lucha por volver a ser importantes.
No obstante, el Real Oviedo sólo había dado el primer paso. Pronto iba a comprobar que la 2ª B no es precisamente un camino de rosas. Tras un primer año de adaptación y aclimatación a la categoría con resultados bastante discretos (7º clasificado), se esperaba que esta temporada 2006/07 se tratase de buscar el ascenso a Segunda, o al menos de preparar los cimientos sobre los que levantarlo. El gran error del Oviedo fue considerar que simplemente por su nombre e historial, su paso por la categoría de bronce sería pan comido. Con una plantilla insuficiente para hacer frente con garantías a la categoría, la afición oviedista ve con temor como, jornada tras jornada, la posibilidad de un retorno a Tercera va haciéndose cada vez más real.
El equipo ha vuelto a caer en una carrera de despropósitos deportivos, con continuos vaivenes en el banquillo y todo apunta a que va a pasarlo muy mal si quiere mantener la categoría. Actualmente ocupa el 16º puesto, lo que le daría derecho a jugar las eliminatorias por la permanencia, pero empatado a puntos con su equipo “hermano”, el Universidad de Oviedo, ya en puestos de descenso directo.
Un nuevo descenso, esta vez deportivo, a Tercera, podría poner fin definitivamente a la triste y admirable historia del Real Oviedo. ¿”Volveremos”? Ojalá volváis.>>
Articulos originales:
<a href="http://www.diariosdefutbol.com/2007/02/02/real-oviedo-una-historia-amarga-i//">Parte I
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