por ongi » Sab Dic 30, 2006 1:03 pm
OSASUNA | REPORTAJE | EL MEJOR AÑO DE LA HISTORIA ROJILLA
Un año 10
«Pondría un 10 a todos mis hombres». Son palabras de Cuco Ziganda después de un partido que pasará a los anales de la historia del club como uno de los mejores, el disputado en El Madrigal el 17 de diciembre. Sin duda, Ziganda tenía razón, pero no sólo para ese magnífico partido, sino para todo el año: 2006 ha sido de 10 para Osasuna.
Sobresaliente por muchas razones: la mejor clasificación de la historia (cuarto, igualado con otra gran campaña, la 1990-91), récord de puntos y de victorias (la pasada temporada), récord de victorias consecutivas en Liga (cinco, la actual), primera participación en la previa de la Champions...
Pero en el mejor año también hubo tiempo para los sinsabores, encabezados por el que será seguramente uno de los mayores disgustos que se ha llevado la afición en las últimas décadas. El sueño de la Champions tuvo fecha de caducidad un fatídico martes 22 de agosto. Aquella noche terminaron las ilusiones de llevar los colores de Osasuna por los grandes estadios de Europa.
El golpe fue tan duro que le ha costado meses al equipo reponerse. Pero, por lo visto las últimas semanas, la herida se ha cerrado y Osasuna está dispuesto a emprender nuevas aventuras en Liga, Copa y UEFA con la cabeza bien alta.
2006 pasará a la historia por todo esto y también por mucho más: se fue el Vasco Aguirre dejando una gran herencia en busca de altos vuelos, llegó el Cuco Ziganda pisando suelo firme y superando una grave situación de la que ha salido reforzado, Patxi Izco repitió mandato al no tener oponente que osara enfrentarse a él, cambió el nombre del estadio... Un año 10.
El mejor gol del año
Durante muchos años, Osasuna se acostumbró a colgarse el sambenito de equipo rácano que marcaba un golito y lo defendía con uñas y dientes. Sin embargo, eso ha cambiado. En 2006, Osasuna se hartó de meter goles, golazos. De ahí que sea difícil quedarse con uno. Especialmente brillante fue la tarde del Deportivo de La Coruña, el pasado 26 de noviembre, cuando los rojillos consiguieron cuatro hermosos goles, sobre todo uno de los que marcó Roberto Soldado. Tampoco hay que olvidar el soberbio gol que anotó Ludovic Delporte en jugada individual el 23 de abril para lograr la victoria en Son Moix en el tiempo añadido (0-1). Pero, posiblemente, el más espectacular sea el que anotó Patxi Puñal el 29 de noviembre, el primer gol al Odense en la fase de grupos de la UEFA: tras una falta, el de Huarte se soltó con la derecha un tremendo voleón en postura difícil, medio cayéndose, el balón rebotó con fuerza en el larguero y entró. Golazo.
La mejor parada
Entre las paradas de Ricardo, hay que recordar el increíble mano a mano ante Makukula el día del Nàstic (17 de septiembre) cuando el partido marchaba todavía 1-0, pero aún más importante fue la ocasión que salvó a Sergio García en La Romareda el 3 de diciembre. Pudo ser el 2-0, pero después llegó la gran remontada. No tan decisiva, desgraciadamente, fue su genial actuación con cuatro paradones en Hamburgo. No sirvió de nada.
La mejor racha
No hay que viajar en el tiempo para llegar a la mejor racha del año: todavía la vive el equipo. Siete victorias consecutivas, 5 de ellas en Liga, para romper todos los récords de la historia del club, abandonar las posiciones de peligro y cambiarlas por la tranquilidad en la que ahora descansa Osasuna. Todo ha ocurrido en apenas 25 días, entre el Deportivo y el Levante.
La anécdota
Anécdota por no llamarle maleficio. El cambio del nombre del estadio de Osasuna sentó como un tiro al equipo. Hace justamente un año que pasó a llamarse Reyno de Navarra y lo que El Sadar había convertido en victorias -nada menos que los 9 partidos disputados en casa en la primera parte de la temporada 2005-06- se transformó en penurias con el cambio de nombre y de año. Se habló hasta la saciedad del gafe del Reyno de Navarra, y por mucho que reportara buenos dividendos al club, no se rompió hasta el 12 de marzo de 2006.
El mejor partido
No hay discusión posible: fue en El Madrigal el pasado 17 de diciembre (1-4). Táctica, técnica y físicamente fue el mejor encuentro del año y de muchos años. El baño del renacido Osasuna al multimillonario Villarreal fue pasmoso, como la cara que se les quedó a los Riquelme, Forlán y compañía al ver a las locomotoras rojillas pasarles por encima. La primera parte de aquel encuentro fue sencillamente perfecta. Tampoco se olvidarán otras exhibiciones osasunistas, como el Osasuna-Barcelona (2-1) del 12 de marzo, primer triunfo en el Reyno de Navarra, ante un líder insaciable, o el Espanyol-Osasuna (2-4) que supuso el récord de triunfos en Primera. Fue el 19 de marzo.
El peor partido
En un año modélico también hay borrones, y por cierto bastantes. Cómo olvidar actuaciones rojillas como el Osasuna-Getafe del 3 de abril (0-4). Aquel día, los de Schuster parecían la selección brasileña ante un equipo roto por los nervios pre-Champions. Por el estilo de malo fue el Athletic-Osasuna (1-0) del 26 de marzo. El marcador fue corto, pero la actuación pésima. Tampoco se lució Osasuna el 9 de septiembre en el Camp Nou (3-0). Pero el título de peor recae en el 2-0 del Nuevo Colombino. Penoso.
La peor racha
Curiosamente, antes de la mejor racha figuraba la peor del año. Mes y medio estuvo Osasuna sin ganar nada en Liga ni en UEFA. Encadenó seis jornadas de Liga sin victorias (derrotas en Valencia, Sevilla y Huelva lejos de casa, y en el Reyno empates ante Racing y Athletic y abultada derrota ante el Madrid) y dos de Europa con fracaso (derrota en Lens y empate en casa ante el Heerenveen). Ocho partidos seguidos sin ganar en los que las dudas se adueñaron de los jugadores rojillos hasta el punto de contagiar a la afición, que no comprendía cómo el equipo había cambiado tanto, y para mal. En casa, la peor racha fue la de inicio de año: hasta el 12 de marzo no se ganó en el Reyno.
La clave del año
Resulta extraño, pero una de las claves del éxito del osasunismo reciente no fue un partido decisivo, ni un fichaje de campanillas. Fue una semana larga, dura, sin partido de por medio que rompiese el ritmo de los entrenamientos. Fueron los días 22, 23 y 24 de noviembre. ¿Y qué sucedió en esas fechas? Que los jugadores hablaron, y muy claro. Lo que se dijeron entre esas cuatro paredes queda para ellos, pero no es difícil adivinarlo, porque ellos mismos lo han apuntado en numerosas declaraciones desde entonces. En una reunión a cara descubierta, jóvenes y veteranos, canteranos y foráneos, todos hablaron o escucharon para sacar la nave del atolladero. No fue una charla típica de las que se dan cuando hay problemillas en un vestuario o se ha perdido un partido o unos cuantos. Fue una conjura en toda regla, un llamamiento a la lucha, un SOS para salvar al equipo de la peligrosa dinámica en la que estaba sumido. Osasuna había hecho el ridículo en Huelva, continuando la línea de mal juego que llevaba, con el agravante de la falta de actitud y entrega exigible a cualquier equipo. Fue lo que se dice, hablando en plata, tocar fondo. El miércoles 22 de noviembre, el capitán César Cruchaga compareció ante los medios para llamar a las cosas por su nombre, para reconocer que «los culpables» eran los jugadores, para pedir para Ziganda el mismo «margen de confianza» que se le dio a Lotina y Aguirre, y para apelar a «la casta» como siempre ha hecho Osasuna en las situaciones difíciles. Además, Cruchaga recordó a los jóvenes de la plantilla que sufriendo es como uno «se hace futbolista», no sólo en los buenos momentos. «Tenemos que decirnos las cosas a la cara, mirarnos a los ojos y tener los cojones suficientes para sacar esta situación», sentenció el sabio de Ezkarotz. Una serie de perlas que culminaron con un vaticinio: si ganaba Osasuna al Dépor, llegarían tres victorias seguidas «y tendremos unas Navidades tranquilas». Todo se cumplió. No sólo Cruchaga, también esa semana habló mucho y bien un nuevo, Roberto Soldado. «Tenemos que bajarnos de la nube», asumía un hombre que había dejado el Real Madrid y debía acostumbrarse a una nueva realidad. La diferencia estuvo esta vez en que las palabras no se las llevó el viento. El Deportivo fue la primera víctima de un Osasuna enrabietado con ganas de ser el de siempre.
El peor momento
El peor momento de 2006 y de muchos años tiene fecha y nombre: 22 de agosto, ante el Hamburgo. La imagen de la desolación también es clara: Milosevic incrédulo asiste al fallo de Webó, que le ha arrebatado el remate franco a puerta. Y después, el camerunés, abatido, no encuentra consuelo en sus compañeros. Tampoco la grada, que tardará en olvidar la oportunidad perdida. Después de una temporada ejemplar, Osasuna se había clasificado para la previa de la Champions. La inoportuna derrota en Santander había impedido alcanzar un segundo puesto merecido por la gran cantidad de jornadas que el equipo estuvo en él, pero el cuarto lugar daba derecho a participar en la máxima competición europea. Había que superar un obstáculo y cayó en suerte uno de los huesos: el Hamburgo. Osasuna no tuvo en cuenta el historial de los alemanes y se plantó en el impresionante AOL Arena sin complejos, escudado por cientos de aficionados rojillos deseosos de ser testigos de un hito. Marcó Cuéllar, pero un árbitro noruego, Tom Henning, lo anuló no se sabe por qué. El empate inicial se mantuvo, gracias a un providencial Ricardo que salvó ocasiones de libro, especialmente ante Van der Vaart y Reinhardt. Parecía un gran resultado, pero todo se estropeó dos semanas después. De nuevo Cuéllar se adelantó, aunque empató De Jong, tras un pase con la mano, y llevó la desazón al Reyno. Había que marcar. Salió Webó, el tiempo acababa. El balón voló, saltaron Savo y Webó... cabeceó éste y se fue arriba. Lágrimas.
El mejor momento
En un año lleno de grandes momentos, sin duda hay que quedarse con uno: la clasificación para la previa de la Champions. Se escapó la posibilidad de entrar por vía directa, algo que estuvo al alcance de la mano durante toda la temporada, y en el último encuentro todo se puso en contra. El Sevilla estaba eufórico, con una campaña sensacional en Europa que le llevó hasta el título de la UEFA y que alteró todo el calendario final. Su esprint en las últimas jornadas había hecho esfumarse la ventaja que tenía Osasuna sobre los andaluces. Habían ido cayendo todos los rivales por la cuarta plaza: Celta, Deportivo, Villarreal... La lucha se quedó en un tête a tête entre Osasuna y Sevilla. A falta de dos jornadas, seis puntos les separaban, pero el Sevilla tenía un partido menos. En la última, los dos llegaron empatados a puntos, pero había otro obstáculo: el golaverage favorecía a los hispalenses. Para colmo, el rival de Osasuna era el Valencia, que se jugaba la segunda posición. Era un todo o nada (que era lo que parecía entonces la UEFA). La afición tenía la oreja puesta en el Sánchez Pizjuán, donde el Sevilla remontaba al Madrid. Increíble: de 0-2 a 4-2 al descanso. En Pamplona, 0-0. Todo parecía perdido. Pero Milosevic y David López reaccionaron con rabia y goles para lograr el premio en un abrir y cerrar de ojos. El gol de Villa puso el inevitable sufrimiento... y Pamplona se echó a la calle.
<a href='http://www.mundoimg.com'><img src='http://www.mundoimg.com/imagenes/firmas-foros/12402_mundoimg__fg.jpg' border='0' alt='Imagen guardada en Mundoimg.com' /></a>