Dom Dic 14, 2008 6:47 pm
Dom Dic 14, 2008 6:57 pm
killer_fifa_9 escribió: 1) - 11 bajas
2) - pudiendo ganar claramente,
3) - penalty inventao por el arbitro
Valdes mas acertao ke de costumbre aunke 4) - un par de cantadiyas tuvo ke le pudieron costar un par de xixaros
5) - sino tuvieseis a Xavi adios barsa
Dom Dic 14, 2008 8:29 pm
Dom Dic 14, 2008 8:31 pm
Dom Dic 14, 2008 8:41 pm
Dom Dic 14, 2008 10:30 pm
Lun Dic 15, 2008 11:17 am
Lun Dic 15, 2008 11:26 am
Henrik_Larsson escribió:Me gustaria ver al barcelona jugando contra algun grande, entonces veriamos si sigue ganando y metiendo tantos goles. (Manolo Lama)![]()
Lun Dic 15, 2008 11:39 pm
Mar Dic 16, 2008 1:16 pm
Mediado el primer tiempo del partido del Camp Nou, Guardiola se dirigió al árbitro para hacerle una pregunta: "¿Quiere que le cambie? Si usted no hace nada, yo le cambio ahora mismo". Se refería a Messi, por supuesto. El delantero del Barça había recibido un tratamiento de shock. El árbitro amonestó a tres jugadores del Madrid (Sneijer, Drenthe y Sergio Ramos), después de pasar por alto un blitz de Gago y Guti en los primeros momentos del encuentro.
Guardiola pidió amparo al árbitro con razón. Su mejor futbolista no podía jugar. Estaba en el suelo con el tobillo cada vez más inflamado y el susto en el cuerpo. Volvió el recuerdo de otro partido, aquél de Stamford Bridge, en el que Del Horno pateó con vicio a Messi. La grosera actuación del lateral izquierdo significó su expulsión y el final de su carrera en el Chelsea. El árbitro, el fútbol en general, comprendió la necesidad de amparar a los jugadores, y especialmente a aquellos que son objeto de una cacería.
Nadie salió expulsado del último Barça-Real Madrid. Si la búsqueda de Messi no fue metódica, lo pareció. Tres jugadores recibieron tarjeta amarilla, el castigo proporcionado para las faltas que cometieron. Sin embargo, hubo una desproporción enorme entre el precio que pagó el Madrid con las amonestaciones y las consecuencias en el Barça. Messi temió, con razón, por su salud y se sintió frustrado. Consideró que cada jugada era una amenaza latente, Es muy difícil jugar con ese síndrome. No te sientes un futbolista libre, ni amparado, cuando hay barra libre para las patadas.
El efecto fue evidente. Messi participó menos, o lo hizo en posiciones menos aconsejables para el Barça. No se borró, sin embargo. Demostró de nuevo que es un futbolista admirable por su lealtad con el juego, con sus compañeros y con sus adversarios. Lejos de protestar, o de responder a la violencia, o de tirar de la demagogia para convertir el partido en un polvorín, Messi reaccionó con la dignidad y el coraje que le caracteriza. Se levantó, se sacudió el polvo y continúo. Sólo por eso, merece el aprecio de todos. Pero también merece que su honestidad no sea interpretada como una invitación al castigo por parte de sus rivales.
El fútbol no se puede permitir más casos como el de Clemente, Amancio, Schuster o Maradona. Por fortuna, el nivel de protección que encuentran los futbolistas es mayor que nunca, pero conviene que se predique un clima de intolerancia contra los violentos. Tiene que generarse en la prensa, en los árbitros, en los clubes, en la federación, en los entrenadores y en los futbolistas. Coaccionar a gente como Messi a través de la violencia es una deslealtad con el fútbol. Saludar el matonismo es una aberración. No se puede convertir en héroes a los cazadores de tibias.
Santiago Segurola