El Madrid venía de perder y gan el Barça venía de ganar y perdió. El Madrid carecía de funcionamiento y en Bucarest lo encontró de repente. El Barça funcionaba como una moto y de repente empieza a hacer ruidos raros. Hasta hace tres días, veíamos el partido del domingo como un terremoto para el Madrid, como otro paseo triunfal para el Barcelona. Ahora no es así. Por supuesto que el Barça sigue teniendo lo que tiene (que es mucho, aunque le falta Etoo), por supuesto que el Chelsea no es el Steaua, pero ya se ve que las cosas no son como eran. Y además, de repente, el Madrid saca la cabeza.
Siempre me ha dado la impresión de que Madrid y Barça son como vasos comunicantes. Cuando uno sube, el otro baja. Parece haber una ley natural que así lo determina. Hasta en baloncesto. Fíjense: justo ahora que el Madrid ha empezado muy bien en la canasta, el Barça ha empezado fatal. Pero la pregunta es qué va a pasar en fútbol. ¿Estamos en ambos casos ante una tendencia? ¿Va a seguir el Barça para abajo? ¿Ha arrancado el Madrid hacia arriba? Una jornada europea es un indicador demasiado escaso. Una jornada además en la que el poderío de los respectivos rivales era muy diferente.
Se trata de saber si lo de Bucarest fue algo más que el arreón del manso, algo más que el desvelo de un mal estudiante para salvar un examen y luego echarse a la bartola. Se trata de saber también de si el Barça se va durmiendo en sus laureles, en la contemplación de sus copas y de su ombligo, en sus contratos largos, o si Rijkaard todavía tiene pulso para mantener en alto ese equipo por algún tiempo más. El domingo nos dirá mucho en un sentido y en otro, porque los partidos entre estos dos equipos son de tal carácter que ninguno puede guardarse, esconder o disimular nada. Será, otra vez, el día de la verdad.
