Real Madrid 1 - Osasuna 0

En el Madrid, la cuestión es ganar como sea hasta ganar como gusta. Mourinho mide sus triunfos en unidades de tiempo. Tres puntos hoy y tres días por delante para armar el equipo, para fortalecer modelo y convicciones. Y así es difícil que brote el amor a primera vista. Y también costará que el Bernabéu aguante hasta llegar a la tierra prometida. La gente entró de muy buen humor por el resultado del Camp Nou, pero acabaron escuchándose pitos hacia el equipo y hacia Cristiano, que tuvo momentos de salvapatrias.

Sin embargo, sobre un triunfo sin sal ni pimienta se abre un gran claro, Özil, futbolista diferente sobre el que escolarizar al grupo. Su izquierda y su elegancia le acercan a la cara más luminosa de Guti. Un enganche que hace más fácil la vida a un equipo. Y tiene 21 años, una edad que invita a pensar que a su magia pueden acompañarle la constancia y la continuidad que aún no tiene. Regaló un gol a Higuaín y otro a Cristiano, que se perdieron por falta de pericia de uno y otro. Y él mismo desperdició un mano a mano ante Ricardo, al que intentó picarle la pelota con el exterior del pie. Se quedó a un palmo de la obra de arte y la hinchada premió la ocurrencia.

Por delante de él puso Mourinho a Benzema, Cristiano e Higuaín (71 goles entre los tres la temporada pasada). Dos delanteros centro y otro que, a ratos, pretende serlo. Y como las guerras no se ganan sólo con artillería, el Madrid se perdió en ese ataque frontal, sin flancos. Porque a Benzema le pidió que fuese el Etoo del Inter, un cartero de ida de ida y vuelta por la banda donde un día hubo un goleador. No es el sitio del francés, cuya temperatura anímica anda siempre muchos grados por debajo de la del equipo y cuya mejor virtud, armar el disparo desde la nada, no pinta demasiado tan lejos del área. Con las burbujas de Pedro León le fue mejor al Madrid.

Higuaín, sin gol. Tampoco despegó Cristiano, que se quedó en los efectos especiales: un gran control de tacón, un pase profundo a Higuaín, un envío sin mirar a Marcelo. Detalles que pesaron menos que su individualismo mal entendido y su baja definición. En este apartado le superó Higuaín, que despilfarró cuatro ocasiones, a mayor gloria del veteranísimo Ricardo, anoche portero de una pieza. El argentino ya ha estado ahí antes y salió vivo a base de empeño.

Tampoco empujaron demasiado los mediocentros. Xabi Alonso, porque está fuera de punto; Khedira, porque de puro oscuro su trabajo roza lo sospechoso: hasta el momento ni destruye ni edifica.

En este panorama tampoco estuvo aventurero Osasuna, sino más bien cobardón. Su trivote amortiguó el empuje del Madrid y le hizo antipática la construcción, pero con un centro de la zaga improvisado que se tragó algún balón largo y Aranda muy solo en punta, nunca fue una amenaza. "Nadie en el Bernabéu temió por el empate", dijo Mourinho después cargado de razón. Aun así, al equipo de Camacho le mató una bala perdida: un gol de Carvalho en posición de 'nueve', un detalle equívoco de fútbol total, un acierto del portugués que alivia su extraordinario parecido con Cannavaro, dicho en el peor de los sentidos. Pero con su gol, el Madrid pasó a un Barça que ya no camina sobre las aguas.

Fuente: As.com

Todo sobre el Real Madrid en su Post Oficial.

Noticia enviada por: Cop

Noticia publicada: 12-09-2010

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