
Moderadores: Moderadores, Mod_Futbol
"¿INFIERNO TURCO? GRACIAS, NOS SENTIREMOS COMO EN CASA"
Cuentan los entendidos, los que han vivido, y viven, este deporte que es el fútbol a tope, que no hay nada peor que enfrentarse a doble eliminatoria a un equipo griego o turco. Evidentemente, no lo dicen por el potencial futbolístico que equipos de estos países puedan llegar a alcanzar, aunque, realmente, cada año suban un poco su nivel, sino por el terrible ambiente que sus gradas pueden llegar a alcanzar, desarrollando un grado de hostilidad hacia el equipo rival absolutamente demencial.
Seguro que a muchos de nosotros se nos vienen a la cabeza un buen puñado de eliminatorias, con equipos griegos o turcos de por medio, y en cuyo resultado final, favorable para los equipos de estos países, pesó muchísimo el terrible ambiente vivido en sus gradas. Ambiente que, quizás, pueda llegar a pesar demasiado incluso en el más tenaz de los colegiados. Ambiente que, tal vez, sea capaz de intimidar incluso al más compacto de los equipos.
¿Os imagináis al Sevilla FC anterior al año de su centenario jugándose el pase a todos unos cuartos de final de la máxima competición continental ante un equipo turco, repleto de brasileños e internacionales, líder sólido de su liga doméstica, y ante un público desproporcionadamente hostil?. Mala pinta.
Pero como el destino tiene estas cosas, ha querido que un encuentro de este tipo se jugara con estas mismas características pero con un pequeño matiz: que el Sevilla FC que disputara ese partido fuera un Sevilla absolutamente distinto al conocido en sus primeros cien años de vida; un Sevilla que reinara en Europa, que hubiera levantado tres cetros continentales en los últimos dos años, y que hubiera aderezado todo eso con la consecución de algunos títulos más a nivel nacional; y quiso también el destino que ese Sevilla poderoso llegara a la cita con la mejor plantilla de su historia, con gente de mucha calidad y curtida en mil batallas.
Pero entonces, quizás, la pregunta debería cambiarse y plantearse desde la perspectiva turca: ¿se imaginaban los aficionados del Fenerbahce que cuando por fin lograran colarse en unos octavos de final de la renovada Copa de Europa, por primera vez en toda su historia, iba a depararle el destino un enfrentamiento ante el conjunto que más ha crecido en el fútbol mundial (y esto no admite discusión alguna) en el nuevo milenio en el que nos encontramos inmersos?. Mala pinta.
Pues sí, creéroslo, esta es, y no otra, la perspectiva que alumbra la previa de esta eliminatoria de la Champions League que esta noche enfrentará a un buen equipo turco, el Fenerbahce, contra el equipo de moda en el fútbol europeo, y, a día de hoy, estadísticamente hablando, y tras diecisiete meses seguidos (hito absoluto), Mejor Equipo del Mundo: el Sevilla FC.
Y, sintiéndolo mucho por nuestros rivales, aún queda pendiente una última cuestión que, creo yo, también va a favorecer a los intereses del equipo que abandera el nombre de la ciudad de la Giralda: el terrible ambiente que, con seguridad, se va a vivir en el estadio turco Sukru Saracoglu. Porque, digo yo, que no serán tan inocentes los amigos turcos de pensar que su hostil recibimiento pueda siquiera llegar a amilanar lo más mínimo al Mejor Equipo del Sur de España. Al contrario.
Vamos a ver, no se yo si alguien se ha parado un momento a recordar en esta previa qué tipo de ambientes se vivieron, por ejemplo, en, sin duda, los dos partidos más importantes que se han jugado, hasta ahora, en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán: los encuentros de vuelta de semifinales europeas de la Copa de la UEFA ante el Shalke 04 en el 2006 y ante el Osasuna en el 2007.
Eso, lo vivido en estos partidos sí que es un ambiente absolutamente inenarrable, una grada entregada hasta el final, una masa que, de antemano, ya tiene medio partido ganado, una experiencia extrasensorial, de otro planeta, que tan solo en este estadio, con su público en las gradas y sus gladiadores en el campo, y en este tipo de encuentros puede llegar a alcanzarse.
Lo de Turquía (o Grecia) no está mal del todo: mucho ruido, muchas bengalas, papel higiénico a destajo, y gritos por doquier, pero ni por asomo son capaces de llegar a desarrollar la magia que ha destilado en los dos últimos años el coliseo nervionense.
Infierno turco le llaman. Pequeña verbena diría yo. Al menos después de haber sentido en mis carnes los grados que nuestra bombonera ha sido capaz de alcanzar al vislumbrar las puertas de una final europea. Aquello sí que era un infierno, aquello sí que abrasó a los alemanes, aquello sí que incineró a los pamplonicas, aquello sí que nos dejó a todos quemaduras de tercer grado. Partidos en los que el equipo rival entraba vivo, pero que todos sabíamos de antemano cómo iba a salir.
Así que seguro que cuando nuestros once valientes salten esta noche al terreno de juego y vean la que hay formada en las gradas, rememoran con agrado las épicas noches vividas en nuestro estadio. Y seguro que, entonces, recordando esas gloriosas epopeyas, esbozan una pícara sonrisa en sus rostros, crujen sus cuellos y espaldas, estiran sus extremidades, se miran entre ellos, y sin mediar palabra alguna, siendo conocedores de que son para partidos como este para los que se confeccionó este equipo, se prestan a disfrutar de una nueva gesta europea que siga agrandando su historia.
Así lo veo yo. Y sí, puede que quizás mi sevillismo crónico me tape un poco la objetividad con la que debería afrontar la previa de este encuentro (bendito padecimiento este que fluye por la venas), pero así lo siento y así lo expreso.
¿Infierno turco dicen que es lo que nos espera esta noche?, pues muchas gracias hombre, bonito detalle, seguro que nos sentiremos como en casa.
frangd escribió:"¿INFIERNO TURCO? GRACIAS, NOS SENTIREMOS COMO EN CASA"
Cuentan los entendidos, los que han vivido, y viven, este deporte que es el fútbol a tope, que no hay nada peor que enfrentarse a doble eliminatoria a un equipo griego o turco. Evidentemente, no lo dicen por el potencial futbolístico que equipos de estos países puedan llegar a alcanzar, aunque, realmente, cada año suban un poco su nivel, sino por el terrible ambiente que sus gradas pueden llegar a alcanzar, desarrollando un grado de hostilidad hacia el equipo rival absolutamente demencial.
Seguro que a muchos de nosotros se nos vienen a la cabeza un buen puñado de eliminatorias, con equipos griegos o turcos de por medio, y en cuyo resultado final, favorable para los equipos de estos países, pesó muchísimo el terrible ambiente vivido en sus gradas. Ambiente que, quizás, pueda llegar a pesar demasiado incluso en el más tenaz de los colegiados. Ambiente que, tal vez, sea capaz de intimidar incluso al más compacto de los equipos.
¿Os imagináis al Sevilla FC anterior al año de su centenario jugándose el pase a todos unos cuartos de final de la máxima competición continental ante un equipo turco, repleto de brasileños e internacionales, líder sólido de su liga doméstica, y ante un público desproporcionadamente hostil?. Mala pinta.
Pero como el destino tiene estas cosas, ha querido que un encuentro de este tipo se jugara con estas mismas características pero con un pequeño matiz: que el Sevilla FC que disputara ese partido fuera un Sevilla absolutamente distinto al conocido en sus primeros cien años de vida; un Sevilla que reinara en Europa, que hubiera levantado tres cetros continentales en los últimos dos años, y que hubiera aderezado todo eso con la consecución de algunos títulos más a nivel nacional; y quiso también el destino que ese Sevilla poderoso llegara a la cita con la mejor plantilla de su historia, con gente de mucha calidad y curtida en mil batallas.
Pero entonces, quizás, la pregunta debería cambiarse y plantearse desde la perspectiva turca: ¿se imaginaban los aficionados del Fenerbahce que cuando por fin lograran colarse en unos octavos de final de la renovada Copa de Europa, por primera vez en toda su historia, iba a depararle el destino un enfrentamiento ante el conjunto que más ha crecido en el fútbol mundial (y esto no admite discusión alguna) en el nuevo milenio en el que nos encontramos inmersos?. Mala pinta.
Pues sí, creéroslo, esta es, y no otra, la perspectiva que alumbra la previa de esta eliminatoria de la Champions League que esta noche enfrentará a un buen equipo turco, el Fenerbahce, contra el equipo de moda en el fútbol europeo, y, a día de hoy, estadísticamente hablando, y tras diecisiete meses seguidos (hito absoluto), Mejor Equipo del Mundo: el Sevilla FC.
Y, sintiéndolo mucho por nuestros rivales, aún queda pendiente una última cuestión que, creo yo, también va a favorecer a los intereses del equipo que abandera el nombre de la ciudad de la Giralda: el terrible ambiente que, con seguridad, se va a vivir en el estadio turco Sukru Saracoglu. Porque, digo yo, que no serán tan inocentes los amigos turcos de pensar que su hostil recibimiento pueda siquiera llegar a amilanar lo más mínimo al Mejor Equipo del Sur de España. Al contrario.
Vamos a ver, no se yo si alguien se ha parado un momento a recordar en esta previa qué tipo de ambientes se vivieron, por ejemplo, en, sin duda, los dos partidos más importantes que se han jugado, hasta ahora, en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán: los encuentros de vuelta de semifinales europeas de la Copa de la UEFA ante el Shalke 04 en el 2006 y ante el Osasuna en el 2007.
Eso, lo vivido en estos partidos sí que es un ambiente absolutamente inenarrable, una grada entregada hasta el final, una masa que, de antemano, ya tiene medio partido ganado, una experiencia extrasensorial, de otro planeta, que tan solo en este estadio, con su público en las gradas y sus gladiadores en el campo, y en este tipo de encuentros puede llegar a alcanzarse.
Lo de Turquía (o Grecia) no está mal del todo: mucho ruido, muchas bengalas, papel higiénico a destajo, y gritos por doquier, pero ni por asomo son capaces de llegar a desarrollar la magia que ha destilado en los dos últimos años el coliseo nervionense.
Infierno turco le llaman. Pequeña verbena diría yo. Al menos después de haber sentido en mis carnes los grados que nuestra bombonera ha sido capaz de alcanzar al vislumbrar las puertas de una final europea. Aquello sí que era un infierno, aquello sí que abrasó a los alemanes, aquello sí que incineró a los pamplonicas, aquello sí que nos dejó a todos quemaduras de tercer grado. Partidos en los que el equipo rival entraba vivo, pero que todos sabíamos de antemano cómo iba a salir.
Así que seguro que cuando nuestros once valientes salten esta noche al terreno de juego y vean la que hay formada en las gradas, rememoran con agrado las épicas noches vividas en nuestro estadio. Y seguro que, entonces, recordando esas gloriosas epopeyas, esbozan una pícara sonrisa en sus rostros, crujen sus cuellos y espaldas, estiran sus extremidades, se miran entre ellos, y sin mediar palabra alguna, siendo conocedores de que son para partidos como este para los que se confeccionó este equipo, se prestan a disfrutar de una nueva gesta europea que siga agrandando su historia.
Así lo veo yo. Y sí, puede que quizás mi sevillismo crónico me tape un poco la objetividad con la que debería afrontar la previa de este encuentro (bendito padecimiento este que fluye por la venas), pero así lo siento y así lo expreso.
¿Infierno turco dicen que es lo que nos espera esta noche?, pues muchas gracias hombre, bonito detalle, seguro que nos sentiremos como en casa.
Volver a Futbol - Post Oficiales Equipos y Selecciones
Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 16 invitados