El Real Madrid ya es lider

Cuando el partido se convierte en cuestión de orgullo, gana el Madrid; cuando se involucra el Bernabéu, gana el Madrid; cuando lo merece, cuando el rival se encierra, cuando ya no importa tanto el fútbol, ni la pizarra, cuando se desata la tormenta perfecta, la ciclogénesis explosiva. Entonces, gana el Madrid. Y cuando el Madrid gana de esa manera también suele ganar la Liga. Lo hemos visto antes. Un buen día, una buena noche que puede ser de perros, el equipo adquiere una confianza que es como un manto mágico. Desde ese instante todas las monedas caerán de su lado, todos los tréboles serán de cuatro hojas, cada boleto premiado. No invento nada. Ya lo hemos visto antes.

Quedará entre los pecados del Sevilla el haber despertado a la bestia. No había tenido noches así el Madrid. Sumaba puntos y goles para satisfacción del entrenador, pero le faltaban proezas y las hazañas verdaderas necesitan de un gran enemigo y de una gran adversidad. Hubo de cada cosa, si bien la grandeza del adversario duró poco más de 20 minutos, el tiempo de marcar un gol y disfrutar del desconcierto ajeno. Después el Sevilla se concentró únicamente en defender el resultado y hay que decir que en ese empeño tan poco romántico se conformó con todos los marcadores menos el último. De eso murió. Se puede ganar al Madrid jugando al fútbol, pero es imposible vencerlo en el Bernabéu jugando a que pase el tiempo.

Tras una irrupción deslumbrante, el Sevilla se encogió tanto que se desconectó de sus alas, que son su fuerza. Así nació el primer tanto, de una carrera de Navas y de un último pase de Capel que empujó, sin quererlo, Xabi Alonso.

Lo que siguió fue un boxeador que se pone en pie y escupe el golpe sacudiendo la cabeza. Y que vuelve a empezar de nuevo, uno-dos, uno-dos. Todavía no había ni gloria ni hazaña, pero se iniciaba el camino. Insistiendo, chocando y volviendo a chocar. Contra Palop.

En esos minutos del primer asedio Cristiano se empeñaba en hacerlo todo y no había quien le chistara. Daba la impresión de que no había nadie mejor para sacar los córners y cabecearlos, para empezar y terminar las jugadas, para asistirse y rematarse.

Cuando Dragutinovic consiguió el segundo gol por incomparecencia de Casillas la montaña alcanzó la altura de los milagros. Por allí trepó el Madrid. Con la autoridad moral de quien hizo más, con la compañía del estadio, con Cristiano, Guti e Higuaín. También con Ramos. El club de los corazones desbocados. Los hombres-lobo.

El arreón. Recortó Cristiano y nos invadió el deja-vú: lo habíamos visto antes. Guti disparó al larguero y acto seguido Ramos empató con celebración de dos rombos. Ya soplaba el huracán.

Fue el turno de Higuaín, tiburón de estos mares, olfateador de miedos. Estrelló dos balones en los palos que tuvieron el efecto de acelerar la ventisca. Lo demás fue un drama espléndido, un tiroteo.

El gol del triunfo lo marcó Van der Vaart aunque pudo ser cualquiera. La empujó el viento. Así ocurre: cuando el Madrid inclina el mundo todas las monedas caen de su lado. Suerte, dicen.

Fuente: As.com

Todo sobre el Real Madrid en su Post Oficial.

Noticia enviada por: Cop

Noticia publicada: 08-03-2010

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